El instinto de conservación de los seres vivos jamás se pierde. Nada de lo que hagamos está
destinado a la auto destrucción intencionalmente. Ni siquiera un suicidio, aunque parezca contradictorio.
Detrás de toda conducta o hábito se esconde un “negocio” que nos beneficia en algún aspecto o sentido de nuestras vidas.
La mente busca compensar las carencias por medio de acciones que permitan satisfacer esas insuficiencias, aunque eso nos pueda afectar la salud física, familiar o social.
Permítanme darles un ejemplo: En un libro que leí hace un tiempo mencionaba el caso de una persona que ocupaba el cargo de gerente zonal en una importante firma del mercado. Esta persona tenía ambiciones constantes de subir en su rango posicional como profesional en su trabajo. El amor que sentía hacia su familia era inmenso y se había transformado en el sentido de su vida, quería mejorar en su trabajo para darles más confort, educación y nivel social.
Un buen día una noticia lo sacudía emocionalmente; ¡Lo habían ascendido a gerente interzonal!. Su sueldo aumentaba considerablemente junto con los beneficios.
Pero algo empezó a salir mal, tras el tercer viaje a de negocios (en cada viaje podía estar fuera de su hogar más de una semana) la salud de él comenzó a deteriorarse. Ataques de pánico frecuentes al subir a los aviones, cosa que era extraña porque ya había viajado en numerosas ocasiones sin existir problema alguno, alteración en las funciones cardíacas etc.
El punto es que al cabo de un tiempo consultó, por otras cuestiones, a su life coach y pudieron ver que el orden de su escala de prioridades se había alterado.
Su familia, a la que tanto amaba, había sido desplazada a un segundo lugar en función a su nuevo puesto de trabajo y su mente no lo soportaba.
Entonces tomó consciencia que su estado de salud “le permitía o facilitaba” dejar de viajar y por ende quedarse más tiempo en casa… Este “negocios” le acercaba a su necesidad interna, aunque le deterioraba gradualmente su salud; su instinto lo llevaba a buscar lo que más amaba…
Buscar nuestra escala de valores y traerla a nuestra consciencia y planificar la vida en función a ella, hace que organicemos NUESTRA vida y no tratemos de imitar la de nadie porque eso sería fatal para nosotros, para nuestros seres queridos y para la sociedad.